Puede ser un desafío animar a los niños a comer frutas y verduras todos los días. Por lo tanto. las siguientes recomendaciones pueden ayudar a enseñar a los niños hábitos alimenticios saludables desde una edad temprana.
Pero, ¿por qué los niños deben alimentarse bien? La mayoría de los padres conocen la importancia de las necesidades nutricionales de sus hijos. Sin embargo, es fácil sentirse agobiado al acceder a información de diversas fuentes. La primera infancia es un momento importante para establecer patrones de alimentación saludables.
Así, una dieta equilibrada es clave para tener hábitos alimenticios saludables porque proporciona a los niños los nutrientes que necesitan para crecer. Además, dicha dieta debe contener tres comidas diarias y dos bocadillos saludables con alimentos de los siguientes grupos de alimentos: proteínas, carbohidratos, frutas, verduras, productos lácteos, algo de grasa y azúcar.
La alimentación saludable en la infancia impacta en la edad adulta
Los padres que logran que sus hijos adopten hábitos alimenticios saludables desde una edad temprana pueden tener una influencia positiva en los hábitos alimentarios de sus hijos más adelante en la vida.
A lo largo de los años, los investigadores han encontrado evidencia de que los comportamientos alimentarios y los hábitos alimenticios en la primera infancia tienen un impacto en las preferencias alimentarias y los patrones de alimentación de los niños en la edad adulta.
Esto no significa que los niños que tienen sobrepeso deban convertirse en adultos con sobrepeso, pero varios investigadores sugieren que los patrones de peso de los niños son un indicador de problemas de salud en la edad adulta.
Además, los estudios de investigación implican que la probabilidad de que los niños padezcan obesidad se duplica cuando sus padres tienen sobrepeso. Afortunadamente, hay varias formas en que los padres pueden moldear la conducta alimentaria de sus hijos de manera positiva.
Ofrecer a los niños una variedad de opciones de alimentos
En el ocupado mundo actual, los padres tienen cada vez menos tiempo para preparar comidas saludables y caseras. Sin embargo, es importante evitar los refrescos azucarados, la comida chatarra y las comidas con alto contenido de grasas y azúcar en la dieta de los niños con la mayor frecuencia posible.
Esto se debe a que los alimentos que contienen altas cantidades de grasa o azúcar y bajas cantidades de carbohidratos pueden causar comer en exceso, ya que el cerebro no registra que el estómago está lleno. Es una mejor idea ofrecer a los niños una variedad de alimentos saludables, como frutas y verduras, que sean fáciles de preparar.
De esta manera, los padres pueden moldear las preferencias alimentarias de sus hijos, ya que es más probable que los niños disfruten los alimentos que se les ofrecen con regularidad. Además, los niños aprenden hábitos alimenticios a través de la observación. Esto significa que los niños también tienen más probabilidades de comer alimentos saludables cuando ven a sus padres hacer lo mismo.
Dulces y bocaditos con moderación y no presionar a los niños
Es posible que los niños adopten un sentimiento de negatividad hacia determinados alimentos cuando se ven obligados o presionados a comerlos. Tampoco es una buena idea eliminar por completo los bocadillos y dulces salados de la dieta de los niños o agrupar los alimentos en categorías buenas y malas.
En cambio, los padres pueden retirar los platos e introducir esos alimentos nuevamente en el futuro. Esto ayudará a garantizar que los niños no se sientan negativos acerca de los alimentos que no les gustan. Además, los dulces también pueden ser parte de una dieta saludable siempre que se incluyan con moderación y no se utilicen como recompensa.
En lugar de utilizar estos alimentos malos, para recompensar el buen comportamiento o detener el mal comportamiento, los padres deben encontrar otras soluciones para reaccionar ante cierto comportamiento.
Enseñar a los niños a reconocer las señales de hambre
La mayoría de los adultos tienen la capacidad de determinar si están llenos o hambrientos porque aprendieron a escuchar sus señales físicas de hambre y saciedad cuando eran niños. Así que, sabiendo sobre la importancia de los nutrientes, sucede que los padres envían un mensaje equivocado a los niños sobre cuánto necesitan comer hasta que estén llenos al castigarlos o sobornarlos para que se coman todo lo que tienen en el plato.
De esta manera, los padres les enseñan a sus hijos el hábito de comer en exceso y escuchar las señales externas. Este riesgo puede reducirse cuando se permite a los niños escuchar sus propias señales de hambre. Por ejemplo, un bebé que se aleja del biberón intenta indicar que está lleno. Los niños mayores dejarán de comer cuando estén llenos. En esta situación, no los anime ni los obligue a terminar todo lo que está en el plato.
Animar a los niños a estar activos
En el mundo actual, pasamos muchas horas frente a la computadora y somos menos activos de lo que deberíamos. Esta forma de vida también tiene un gran impacto en los niños. Los resultados de varios estudios muestran que existe una correlación entre las horas que se pasa sentado frente a los dispositivos y el sobrepeso.
Alentar a los niños a salir de la casa y jugar en el jardín con sus amigos o unirse a un equipo atlético en el colegio ayudará a reducir el riesgo de tener sobrepeso. Los niños que son físicamente activos también desarrollan mejores habilidades sociales, tienen más confianza en sí mismos y mejoran su estabilidad emocional, lo que puede conducir a una fuerte autoestima.