La música y la danza están lejos de ser pasatiempos inactivos. Son formas universales de expresión y actividades profundamente gratificantes que cumplen diversas funciones sociales. Ambos aparecen en todas las culturas del mundo y a lo largo de la historia.
Además, una característica común de la música y la danza es el movimiento rítmico, que a menudo se sincroniza con un pulso regular. Pero, la capacidad humana para el ritmo presenta una especie de rompecabezas.
Aunque la coordinación rítmica parece fundamental para la naturaleza humana, las personas varían ampliamente en capacidad. Algunos tienen buena precisión rítmica y otros no. ¿Cuáles son las causas profundas de estas diferencias individuales? ¿Por qué a las personas les gusta bailar?
Bueno, al observar la forma en que el cerebro responde al ritmo, podemos comenzar a comprender por qué muchos de nosotros no podemos evitar movernos al ritmo.
El poder del ritmo
El ritmo es una fuerza poderosa que puede regular el estado de ánimo, desde el efecto excitante de golpear tambores de guerra hasta el efecto pacificador de mecer suavemente a un bebé. Incluso puede inducir estados alterados de conciencia, como en los rituales espirituales y las tradiciones chamánicas que involucran trance.
El ritmo y la música también se pueden usar con fines terapéuticos en la rehabilitación de afecciones caracterizadas por discapacidad motora, como accidente cerebrovascular y enfermedad de Parkinson. Aún más fundamentalmente, las habilidades rítmicas que se muestran en el contexto de la música y la danza pueden haber sido esenciales para nuestra evolución como especie.
Charles Darwin mencionó que parece probable que los progenitores del hombre, ya sean hombres o mujeres o ambos sexos, antes de adquirir el poder de expresar su amor mutuo en un lenguaje articulado, se esforzaron por encantarse mutuamente con notas musicales y ritmo.
Los movimientos corporales coordinados con ritmo pueden funcionar de manera similar para estimular la atracción sexual al proporcionar una señal real de la salud personal.
Además, fuera de la arena competitiva de encontrar pareja, la coordinación con otros a través de la música y el baile facilita la cohesión social al promover la vinculación interpersonal, la confianza y la cooperación. También, estos efectos prosociales de la música y la danza pueden haber contribuido al progreso de la cultura humana.
La asociación neuronal
Pero si la música y el baile son tan universales, ¿por qué algunas personas simplemente no pueden mantener el ritmo? La clave para responder a esta pregunta radica en cómo el cerebro humano se engancha a los ritmos en el entorno externo y cómo este proceso de asociación neuronal apoya la coordinación de los movimientos del cuerpo.
La asociación neuronal ocurre cuando la entrada sensorial regular, como la música con un ritmo claro, desencadena explosiones periódicas de actividad cerebral sincronizada. Esta actividad periódica puede continuar independientemente de la entrada rítmica externa debido a las interacciones entre las neuronas ya excitadas. Es como si esperaran que la información sensorial continuara.
Por lo tanto, la asociación puede mejorar el procesamiento de la información entrante al asignar recursos neuronales al lugar correcto en el momento correcto. Al realizar o bailar música, el entretenerse permite predecir el momento de los próximos ritmos.
Diferencias en la habilidad rítmica
Un estudio reciente sobre las diferencias individuales en la habilidad rítmica identificó las relaciones entre la fuerza de la asociación neuronal y la capacidad de sincronizar movimientos con ritmos musicales.
Se midió la asociación al ritmo subyacente en dos tipos de ritmo mediante electroencefalogramas, una técnica en la que las señales eléctricas que reflejan la actividad neuronal se registran mediante electrodos colocados en la cabeza.
Un ritmo tenía un ritmo regular marcado por la aparición de sonidos periódicamente. El otro era un ritmo sincopado relativamente complejo en el que los sonidos no estaban presentes en todos los ritmos, algunos estaban marcados por el silencio.
Los resultados indicaron que la fuerza de la asociación neuronal estaba relacionada con la capacidad de las personas para moverse en sincronía con el ritmo. Las personas con fuertes respuestas neuronales fueron más precisas al tocar un dedo al ritmo de los dos ritmos.
También se encontraron diferencias individuales en las respuestas cerebrales a los dos ritmos. Mientras que algunos individuos mostraron una gran diferencia entre la fuerza de asociación para el ritmo regular versus el ritmo sincopado, otros mostraron solo una pequeña diferencia. En otras palabras, algunas personas requirieron estimulación física externa para percibir el latido, mientras que otras pudieron generar el latido internamente.
Sorprendentemente, las personas que eran buenas para generar ritmos internamente también se desempeñaron bien en una tarea de sincronización que les requería predecir los cambios de tempo en las secuencias musicales. Por lo tanto, la capacidad de generación de ritmos internos resulta ser un marcador confiable de habilidad rítmica.