Dependiendo de las circunstancias, algunas veces, el llegar tarde es inevitable. Sin embargo, las tardanzas reiteradas, requieren intervención antes de que la conducta se convierta en un problema más grave.
¿Qué hacer?
Identificar la conducta
Es comprensible si un empleado tiene una razón aceptable para llegar tarde de vez en cuando.
Muchas veces los accidentes de tráfico ocurren, el clima desfavorable, los niños se enferman.
La vida pasa y surgen de vez en cuando problemas inesperados. Lo que no es aceptable es que un empleado llegue tarde la mayor parte del tiempo.
Cuando un trabajador se presenta tarde a su trabajo, esencialmente no respeta el tiempo de los demás o el suyo propio. Ahí es cuando debe decidir si vale la pena perdonar el comportamiento de su empleado.
Ser proactivo
Enfrentar la situación tan pronto como vea surgir un patrón; entonces sea proactivo.
Programar una hora para hablar y abordar el problema uno a uno.
Llevar documentación de las tardanzas del empleado a una reunión y preguntarle qué le está impidiendo llegar a tiempo para trabajar.
No permitir que las tardanzas excesivas de una persona se prolonguen tanto que lo haga reaccionar enojado.
Es contraproducente usar un lenguaje grosero o amenazador a un empleado.
Descubrir las consecuencias
Desarrollar un plan que aborde las consecuencias por la tardanza.
Por ejemplo, si su empleado llega tarde de vez en cuando, pídale que recupere ese tiempo.
Si siempre llega tarde, puede optar por emitir una advertencia por escrito, retirar su pago o disminuir cualquier bono que reciba.
Si el comportamiento afecta sus resultados o empaña una relación con el cliente, es posible que deba tomar medidas más serias.