Algunos niños pequeños golpean sus cabezas a propósito o se golpean a sí mismos aparentemente sin ninguna razón. Además, este comportamiento es bastante común, aunque pude ser alarmante para los padres. Aproximadamente una cuarta parte de los niños pequeños se golpean en la cara o en la cabeza regularmente. Después de los seis meses de edad, ellos comienzan a golpearse la cabeza muy a menudo, y alcanzan su punto máximo a los dos años aproximadamente.
¿Por qué lo hacen?
Todo ese comportamiento es porque quieren comunicar algo. Consecuentemente, es probable que el niño esté frustrado o esté buscando atención. Los golpes pueden incluso ser auto estimuladores, lo que significa que se siente bien y satisface una necesidad sensorial.
Si la causa principal no es evidente, las familias deberían pasar una semana registrando observaciones. Hay que buscar patrones como ¿a qué hora del día sucede? ¿Se da durante una tarea en particular? ¿Después de un tipo específico de evento? ¿En un entorno determinado? Se tiene que registrar estos detalles que pueden ayudar a determinar el contexto del comportamiento y lo que lo está causando el problema.
Muchos niños que se golpean están experimentando emociones fuertes que no pueden expresar verbalmente. Es posible que las palabras relacionadas con los sentimientos del niño aún no estén en su lenguaje. La mejor orientación es ayudar al niño a marcar sus emociones. Se tiene que trabajar en enseñarles algunas estrategias de afrontamiento positivas.
¿Qué hacer si hay un desencadenante?
Si existe un desencadenante se tiene que modificar el entorno o el horario del niño para que sea menos probable que ocurra el comportamiento. Por ejemplo, si el niño se golpea la cabeza cuando es hora de apagar la televisión y cenar, es posible que no manejen bien las transiciones.
En este caso, podría intentar crear una programación visual para prepararse para el cambio y utilizar el método de cuenta regresiva. Si su hijo parece estar realmente angustiado, abrácelo, dígale algo calmante, dele un objeto que encuentre reconfortante y retire los objetos cercanos que puedan causarle daño.
Los niños pequeños también pueden golpearse cuando sienten dolor, por ejemplo, por la dentición o una infección de oído. Si los niños no pueden decir qué les duele, los golpes también pueden ser una forma de comunicar su dolor a los cuidadores.
Busque otros síntomas, como babear, las mejillas rojas y la vigilia nocturna son signos de dentición, mientras que la fiebre, la incomodidad al acostarse y el tirón en los oídos puede indicar una infección en el oído.
Algunos otros problemas
Algunos niños pequeños desarrollan el hábito de mecerse y golpearse la cabeza rítmicamente mientras intentan conciliar el sueño. El movimiento rítmico puede resultar relajante, similar a estar en una mecedora. La mayoría de los niños se salen de esto, pero mientras tanto, implementa algunas medidas de seguridad y control de ruido.
Si el niño todavía está durmiendo en una cuna, revise regularmente si hay tuercas y tornillos no asegurados, ya que la mecedora podría aflojarlos. También puede colgar tela en la pared para amortiguar los golpes o alejar la cuna o la cama de la pared.
Si bien golpearse la cabeza no es necesariamente algo de qué preocuparse, en algunos casos, puede ser un signo de un trastorno subyacente del desarrollo neurológico, como el trastorno del espectro autista o el trastorno por déficit de atención con hiperactividad.
Si el niño muestra otros síntomas, como retraso en el desarrollo del lenguaje, aleteo de las manos o menor interés en comprometerse con padres o compañeros, es una buena idea consultar con el profesional psicólogo.
Si el niño parece estar haciéndolo por el valor de la conmoción, tal vez los vea sonrientes al notar sus reacciones y las de sus compañeros, es mejor ignorar activamente estos comportamientos. Mientras no estén causando daños mayores, retírese y no hable ni negocie. Recuerda que si lo ignoras, eventualmente disminuirá.