Algunas personas se mantienen saludables mucho tiempo, sin importar los gérmenes que circulen a su alrededor, los resfriados, las gripes, etc. Mientras que el resto de nosotros luchamos contra la gripe estacional, las alergias crónicas y los resfriados consecutivos durante el invierno, La gente se expone al mismo virus, la misma dosis, incluso la misma fuente. Y uno se pone muy enfermo y el otro no.
Entonces la pregunta es ¿por qué algunas personas se enferman y otras no? ¿Podría nuestro propio sistema inmune acercarse al mismo nivel con el ajuste correcto? Los médicos han notado variaciones naturales en la respuesta inmune entre las personas desde la época antigua, pero las razones permanecieron esquivas durante siglos.
Sin embargo, una nueva investigación está comenzando a ilustrar cómo los genes, hábitos y exposiciones a enfermedades pasadas afectan el carácter y la fuerza de la respuesta inmune. Estos descubrimientos están ayudando a definir los parámetros en la que algunas personas tienen una ventaja sobre otras.
Los genes
En el momento en que un virus, bacteria u otro invasor infringe las paredes de tus células, tu cuerpo desarrolla una estrategia de defensa fuertemente coreografiada. Los principales arquitectos de este proceso son un conjunto de genes de antígeno leucocitario humano, que codifican moléculas que ajustan la respuesta inmune del cuerpo.
Entonces, cuando una bacteria ingresa a una de tus células, tus genes producen proteínas que señalan que la célula está infectada para que las células inmunes especializadas pululen para destruirla. Otros genes activan células que controlan la respuesta inmune, por lo que no se destruye más de lo necesario.
Al igual que las huellas digitales, la variedad de genes de todos es única. Tus genes te brindan un amplio repertorio de tácticas de defensa inmunitaria, pero ese repertorio puede ser excelente para algunos microorganismos y malo para otros. No es que haya un tipo de gen que sea altamente inmune a todo. Esta variación genética ayuda a explicar por qué podrías contraer todos los virus del resfriado que circulan, pero no has tenido un virus estomacal en años.
Un estudio descubrió que algunos de los llamados controladores del VIH, que son inmunes incondicionales que no desarrollan SIDA a partir del virus VIH, tienen variantes del gen que provocan que células especializadas pululen y ataquen proteínas clave para la función del virus.
El medio ambiente
Por anémico o resistente que sea su arsenal inmune innato, solo proporciona los contornos amplios de la resistencia de tu cuerpo a las amenazas. Las influencias ambientales completan los detalles, desde donde vives hasta tus patrones de sueño y tu historial de infecciones previas.
Se realizó estudios e investigaciones con gemelos idénticos y cómo sus sistemas inmunes respondieron a la vacuna contra la gripe. Alrededor de las tres cuartas partes de las diferencias que vieron fueron impulsadas por factores ambientales más que genéticos. Las diferencias en el sistema inmune de los gemelos también se hicieron más pronunciadas a medida que envejecían, lo que sugiere que las influencias externas continúan dando forma a nuestro potencial inmune con el tiempo.
Algunas de estas influencias aparecen en la primera infancia y pueden ser difíciles de compensar más adelante. Los investigadores saben desde hace tiempo que los niños que viven en granjas tienen menos probabilidades de desarrollar enfermedades autoinmunes como el asma y las alergias.
El estilo de vida
Evidentemente, no se puede controlar dónde te crías o qué patógenos aleatorios adquieres. Pero puedes controlar tu rutina diaria, lo que pones en tu cuerpo y cómo protegerte contra los gérmenes. En los últimos años, los científicos han comenzado una promoción completa para descubrir qué hábitos de estilo de vida realmente fomentan un sistema inmune robusto, y cuáles pueden ser más exagerados que sustanciales.
Con respecto la dieta los resultados todavía son muy borrosos. Pero, los nuevos estudios hacen alusión a los efectos de fortalecimiento inmunológico de ciertos tipos de alimentos.
El ajo, por ejemplo, contiene un compuesto de azufre llamado alicina, que estimula la producción de células inmunes que luchan contra las enfermedades como los macrófagos y los linfocitos en respuesta a las amenazas.
Los investigadores también informan qué alimentos específicos contienen bacterias que producen una sustancia inmunológicamente activa llamada ácido D-fenilactico. Este ácido parece indicar a las células inmunes, llamadas monocitos, que deben cumplir su deber al unirse a una proteína receptora en las superficies de las células.
Además de la dieta, muchos entendidos sobre la inmunidad hablan sobre los sistemas de ejercicio intenso para mantener una salud robusta. Los estudios han demostrado que el ejercicio moderado reduce la incidencia y la duración de enfermedades como las infecciones del tracto respiratorio superior. Y un nuevo estudio en ratas muestra que el ejercicio regular cambia la prevalencia de diferentes tipos de células inmunes.
Estudios repetidos muestran que el sueño acelera la respuesta inmune. También, informan que lo hace en parte al preparar las células que combaten enfermedades para hacer el trabajo de manera más efectiva.
En numerosos estudios, se demostró que el agua y jabón matan mejor los gérmenes que el desinfectante. El desinfectante de manos es excelente para los insectos susceptibles al alcohol, pero no todos los insectos son susceptibles. Además, el uso de desinfectante no tendrá efectos duraderos en tu inmunidad. En el momento en que tocas otra superficie con gérmenes, tu delgada capa de protección desaparecerá.